Sabemos que Dios ordenaba matar a la persona que producía la muerte de una criatura en el vientre de su madre. Incluso la persona debía morir, aunque la muerte de la criatura haya sido por accidente. Debía darse “alma por alma”(Éxodo 21:22-23) Es claro por este ejemplo que para Jehová las criaturas no nacidas son personas en igualdad de valor que las nacidas. Esto además demuestra que el aborto provocado intencionalmente está mal y es un asesinato.

¿Qué tiene que ver esto con las vacunas?

Cualquiera que investigue un poco sabe que se usan restos de abortos en las vacunas. También se hacen pruebas en diferentes etapas de la producción de las vacunas con restos de abortos.

Sencillamente esto a muchos hermanos le produce asco. La sola idea de meterse en el cuerpo pedazos de personas asesinadas hace que muchos se sientan contaminados e impuros ante nuestro Dios. Los que no se vacunan por esta razón sienten que serían “culpables de sangre” si lo hicieran ya que están participando en el proceso y son consumidores de esa “medicina”.

Como Pablo ellos se preguntan …… “¿No participan con el altar los que comen de los sacrificios?” (1 Corintios 10:18).

Participar de una “medicina” que consideran tan sucia y repugnante hace que algunos se sientan participes de lo que consideran un “sacrificio satánico”.

“¿Es normal asesinar personas, trocearlas en pedazos e inyectárselas en el cuerpo?” razonan estos hermanos.

Por lo tanto, si estos hermanos se vacunaran contaminarían su conciencia. Este argumento puede combinarse con el anterior (2 corintios 7:1) ya que contaminar la conciencia es “contaminar el espíritu” y tenemos que limpiarnos de eso.

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